lunes, 23 de diciembre de 2013

Soñar

Le escuchaba atentamente como si los pájaros no hubieran volado todavía y el humo del cigarro se metiera por la nariz tratando de llegar a los pulmones.
Pensaba en lo caprichoso que es el destino a veces y en frenar las letras de las canciones antes de que toquen corazón abierto.
A lo mejor, esto es fruto de una casualidad y es mejor poner los pies en tierra cuanto antes. Pero claro, luego sonaba Extremoduro y volar se vuelve mucho más fácil.
Todo el vértigo que le tengo yo a la literatura ella se lo tiene a quererme, porque quererme es cruzar un océano sin saber en que punto está el próximo toque a tierra. Y no es a la primera que le pasa, pero si la primera que está dispuesta a hacerlo.
Ella todavía no sabe que ha curado algo que no está en la piel, que ni si quiera está en el alma pero que duele al respirar tanto como un día sin música, o como un día sin ella. Que es lo mismo.
He entendido que no hace falta llevar sombrero para tener la cabeza repleta de sueños. Aunque soñar...ya sabes, no lo recomienda ningún medico con los pies en el suelo.

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