viernes, 15 de julio de 2016

Lisboa

El atardecer soñaba con durar siempre
a orillas del Tajo,
mientras tus labios mojados por un Gintonic
pedían besos revolucionarios
en los tejados del Barrio Alto

las calles donde Muñoz Molina
dibujaba con letras el poder de la soledad y de la búsqueda,
tejían el desencanto de los edificios cansados
de las miradas perdidas
de los pecados nocturnos
de las heridas que nunca se llegan a cerrar

Y ahora, a tu lado
entiendo que las ciudades también laten
también sienten y sudan el paso del tiempo

a tu lado
desde el Castillo de San Jorge
presiento a los pescadores tomar vino
en el barrio de la Alfama
y un fado recién parido llena de saudades
los corazones solitarios
que necesitan de otro relato para aguantar

Y quien no se ha imaginado
cruzar el Atlántico de tu mano
desde la Plaza del Comercio
dejando atrás las llamaradas del miedo
los huracanes y la distancia que hace daño

Lisboa y su Otoño en las paredes,
una pareja cruzando en rojo
el sexo en las camas desordenadas de los hoteles
los no cumpleaños más felices del mundo

Y cuando se pare el reloj llegará el vacío
todo lo que soñaste cabrá en una caja de música
y ojalá fueras lluvia cayendo en esta ciudad dormida
empapándome la cara
calándome hasta los huesos
apagando uno a uno cada incendio
haciendo crecer la hierba de los libros que leo