martes, 6 de agosto de 2013

Menos de un 36

No sé como empezar esto.

Me dices que te gusta mi forma, mi manera
de encarar un papel en blanco, de soltar palabras
y hacer que se enciendan las luces de tu vida
cuando el negro de los suspensos y los amores pasajeros
te cubre las esperanzas.

Me dices también, que te gusta cuando invento.
Cuando llueve en mis poemas y en tu ciudad quema el sol de verano,
cuando mis dedos imaginan una puesta de sol y en las orillas
del Guadiana el viento se lleva las hojas,
cuando letra a letra paseo de tu mano por un Londres nevado
o cuando el silencio tiñe las postales y yo te meto
en una canción de Sabina.

Me dices también, que no sabes nadar
pero ya sabes que hemos cruzado a nado
todos los mares abiertos
aunque sólo sea cerrando los ojos.

Te decía que no sé como empezar esto, sin que la torpeza
me pueda, sin que las balas me atraviesen y me quemen la piel.

Sin echar de menos tú acento
o los besos que se pierden en las estaciones
y que yo meto en tus bolsillos antes de darme la vuelta.

Te prometo que he intentando que la magia
parase nuestros relojes
para que este café de primera hora de la mañana no sepa
tanto a nostalgia
para que estos pies no echen de menos otros pies
para que la alarma que nos pone en el mundo
no sea sólo una mera canción.

Y aunque el tiempo es inabarcable
y a veces maldito
y los lobos cuando salga la luna
intentarán abordarte

piensa en nuestro mundo de ciudades conquistadas
en el fuego de un poema
en las dos butacas del cine que nos espera esta noche
o en la pulsera de cuero que se coló en tu buzón

No sé como empezar esto
porque no quiero
que acabe

nunca