lunes, 24 de junio de 2013

Desarme emocional

Te ví llegar como un rayo de luna llena
con Vista Cansada bajo el brazo
disimulando la guerra que hay en tus ojos

El sexo alquilado de mis días de ausencia
en que creía no conocerte
quedó sepultado por tu acento marcado
y tu risa contagiosa

Una postal que huele a Ibiza
duerme sin renunciar a tu mirada
debajo de los apuntes que trabajan tu futuro
y una pulsera desilachada se pelea con tu piel
para no perderse en el olvido

Cuantas emes se colaron sin querer
en mis guiones
antes de que la tuya entrara de puntillas
a cambiarme los márgenes y los puntos suspensivos

Creas en cada paso tu biografía
y te enredas entre mis letras
que te hacen inmortal, para siempre

No olvido que la vida
es lo que renuncias
pero también lo que se queda en las orillas
o en los finales de los poemas de Lorca
o en las avenidas que me llevan a tu cama

No olvido que somos los que se van
pero también lo que vivimos

que soy lo que han escrito otros
pero también lo que escribo

martes, 11 de junio de 2013

Californication

El invierno siempre apaga algunas luces, y Los Ángeles queda demasiado lejos aún, para imaginar una puesta de sol en tus piernas, para ser Hank y tu Karen, para que mis libros aparezcan en las librerías de toda la ciudad y sean traducidos a siete idiomas diferentes. Uno de ellos el tuyo, que traduzco a ciegas y con cierto miedo a no hacerlo bien.

Ya sabes que yo soy más de Nueva York y sus calles numeradas, de su frío que te cala y de la nieve en las aceras. Que imagino la vuelta a casa en el West Village, haciendo eses, después de una noche de besos y vino peleón. Que imagino alguna noche recogiendote a la salida de tus clases en la Universidad de Columbia y que lo hacemos en los baños del italiano ese, donde siempre suena Laura Paussini. Que salimos a correr los domingos por la mañana por Central Park y siempre te paras enfrente del edificio Dakota, como si el espíritu de Lennon aún siguiera allí, tocando Watching the wheels. Imagino.

Pero sé que tú pierdes la cabeza por pasar de noche con la ventanilla bajada y el aire pegándote en la cara por Mulholland Drive. Que te mueres por un helado, un te quiero y un beso dulce y salvaje mientras nos revolcamos en Venice Beach y suena en las radios algo de Nirvana.

Ya sé que no somos exactamente "eso" que dice la gente que hay que ser. Que en tu corazón hay restos de otros corazones y que guardas alguna herida debajo de esa piel que algunos llamaron tiempo. No te preocupes, yo no vengo aquí para salvarte, ni para borrar de un plumazo tu pasado.

Pero si quieres podemos volar de lado a lado de la cama. Sin paracaídas.

Piénsalo.